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Alma Mahler (1879-1964)

Foto del escritor: Asunción Blom-DahlAsunción Blom-Dahl

Actualizado: 15 jun 2022

Alma Mahler (Nacida como Alma Margaretha Maria Schindler) Viena, 31 de agosto de 1879-Nueva York, 11 de diciembre de 1964)

Era hija de Emil Schindler, célebre pintor paisajista de la época que, posiblemente, fue quien la animó a estudiar música desde niña. A los 9 años, ya le encantaba componer e interpretar para piano y, antes de los 20, había compuesto 16 lieder, poemas acompañados de piano y compuestos por ella, que aún se interpretan hoy en día.

El fallecimiento de su padre a los trece años fue un durísimo golpe para ella y del dolor de esa pérdida nació su faceta más independiente y firme. Como mujer culta y creativa, no pasaría desapercibida. Allí donde iba se mostraba libre para hablar y opinar, lejos del rol mujer políticamente correcta imperante en la alta sociedad de la época.

Alma Mahler era un ejemplo de mujer que se vio limitada, por la misoginia de la época, a ser considerada únicamente como la amante de grandes creadores.

Ya adolescente, Alma Mahler se movió en el ambiente de la Viena bohemia entre artistas modernistas del movimiento Sezession. Su fuerte personalidad y su fama de femme fatale, tras haber seducido a hombres como Zemlisky, compositor; Olbrich, arquitecto; y Thomas Mann, escritor; hacían que su presencia nunca pasara inadvertida.

Sin duda fue su carácter lo que llamó la atención de Gustav Mahler, quien sería su primer marido, la noche en que se conocieron en una cena con amigos. Ella criticó su música durante la velada, cuando todos los demás se deshacían en elogios. "Tu música no me gusta, no tiene estructura, le falta orden", le dijo, y Gustav, retado, la invitó a acudir a un ensayo de la Filarmónica de Viena que dirigía él mismo al día siguiente. Un ensayo que cambió radicalmente su opinión sobre la música de él: “No es música alemana, es música judía, pero me da igual, estoy emocionada y se me caen las lágrimas".

En 1902 se casaron. Sin embargo, aquella unión implicaba una dura renuncia para ella. Gustav le hizo firmar un acuerdo matrimonial según el cual ella se comprometía a abandonar su faceta de compositora para dedicarse a las tareas propias de una mujer casada de la época. Alma Mahler, que se sentía infravalorada por su marido, le fue infiel con el arquitecto Walter Gropius.

Tras acudir a consulta con Sigmund Freud, Gustav Mahler decidió prestar más atención a su esposa y a sus ideas, dedicarle más tiempo, pero ya era tarde. El corazón de ella seguía su camino. Destrozado, el compositor intentó plasmar su dolor en su sinfonía nº 10, pero fallecería al año siguiente, en 1911, sin poder finalizarla.

Tras una vida turbulenta, al final de sus días, Alma Mahler se trasladó a Nueva York y consiguió liberarse de la etiqueta de femme fatale, forjándose una reputación como referente cultural y artístico.





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